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Hola, World!


Hey, y’all!

I’m Sam! I grew up in the great state of Texas, finished secondary school in South Florida, and attended college in New Hampshire. I focused my undergraduate studies on identity, place, and culture, and my devotion to serving marginalized populations led me to pursue a law degree in Pennsylvania.

During my legal training, I yearned for more creativity and switched my academic concentration from criminal law to intellectual property to draw closer to innovation. Protecting intangible assets fascinated me, but I found myself wanting to create them instead. Determined to find new direction, I developed my own curriculum on the legal implementation of global brands and constructed plans for a digital marketplace that partnered with artisans around the world.

While completing my custom curriculum, an imminent move for my parents required me to fly home and revisit my childhood belongings. Sifting through forgotten Rubbermaid bins, I unearthed the remnants of some of my earliest prized possessions: rocks, bugs, vintage lockets, toy packaging, bubble gum wrappers, airline lapel pins, and bottle caps. Digging further beneath the rubble, I discovered imaginative inventions inspired by my random treasures. Piles of handmade illustrated stories, comic books, drawings, board games, and apparel reminded me of my omnivorous appetite for creative expression. I realized that I still stuffed my pockets with the same enthusiasm I had as a little girl, gathering inspiration to give life to something new. Amazed and nostalgic, it was then that everything clicked, and a lightbulb moment I wasn’t expecting illuminated these words in my mind:

Design has always been a way of life for me, but as a kid, I had no idea I could use it to empower people. It took me 20 years to become consciously aware that meaningful compositions of shapes and letters change the world. So after graduating from law school, I taught myself graphic design and cinematic visual effects instead of taking the bar exam. I devoured every book and article I could find on brand strategy and the psychology of storytelling. I worked on several startups, some of which were my own, and designed products from end to end. Design thinking came no differently to me than breathing, and I savored work that combined intuition, creativity, coordination, and technical ability. More importantly, my eclectic pastimes and multidisciplinary techniques became not only relevant, but essential to my career.

My world is divided between lyricism and pragmatism. I know the difference between trendiness and ingenuity, and I favor timeless concepts. My specialty lies in synthesizing and reordering information to create design experiences that imitate the most meaningful parts of life. To do this, I strive to understand the deepest human emotions and use that understanding to deliver an externalization of a human’s internal reality. I use freedom of expression and doggedness not as a license for obscure ideas or stubbornness, but as evidence of my convictions. And my inner artistic standard for excellence guides my spirit more than any external influence ever could.

To me, the best design is a perfect blend of economics and psychology, aesthetics and technology. It is truth, an essence that transcends place, escapes time, and archives connectedness. Creating great design requires passion, decorum, and an intuitive sense for how to use both--when the impulse, when the taming. And while I know that great design must withstand the rigors of the marketplace, I believe that without great design, the marketplace becomes a display case of visual vulgarity.

Design moves me to craft indelible, joyful experiences. Whether it be a product, process, or environment, I am obsessed with quality and emotional impact. I am impatient with the forced chasm between “types of design” because all mediums activate the same neural pathways and tug at the same heart strings. As a result, I have no intention of trading in breadth of knowledge for depth of expertise. The best designs are rich because they find new unity in variety.

I am ecstatic to share my work and celebrate the work of others on Solburst! I aim to defamiliarize the ordinary, familiarize the new, pay homage to the visual stories that have shaped my life, and create new stories that will shape yours.

Until then,

Sam

 

¡Hola a todos!

Soy Sam. Crecí en el gran estado de Texas, terminé la escuela secundaria en South Florida, y fui a la universidad en New Hampshire. Estudié identidad, geopolítica y cultura, y mi devoción por servir a las poblaciones marginadas me llevó a obtener una licenciatura en derecho en Pennsylvania.

Durante mi formación legal, anhelé tener más creatividad y cambié mi concentración académica de derecho penal a propiedad intelectual para estar más cerca de la innovación. Proteger los activos intangibles me fascinó, pero en lugar de eso decidí que quería crearlos. Para explorar esta idea, desarrollé un currículo personalizado para estudiar la implementación legal de marcas globales. Además, hice planes para un mercado digital y me asocié con artesanos de todo el mundo.

Mientras completaba mi currículo personalizado, mis padres me llamaron para decirme que se estaban mudando y me pidieron que volara a casa para recoger mis pertenencias de la infancia. Cuando llegué a casa, había una pila de viejos contenedores de Rubbermaid en mi habitación vieja. Abrí el primer contenedor y encontré algunas de mis posesiones más preciadas: rocas, insectos, medallones antiguos, envases de juguetes, envoltorios de goma de mascar, alfileres de solapa de avión, y tapas de botellas. Estos tesoros aleatorios inspiraron los inventos que encontré debajo de todos ellos. Montones de historias ilustradas, cómics, dibujos, juegos de mesa y ropa hechas a mano recordaron mi apetito por la expresión creativa. Me di cuenta de que todavía me llenaba los bolsillos con el mismo entusiasmo que tenía cuando niña, inspirada para dar vida a algo nuevo. Fue entonces cuando todo hizo clic, y un momento de bombilla que no esperaba iluminó estas palabras en mi mente:

El diseño siempre ha sido una forma de vida para mí, pero cuando era niña, no tenía idea de poder usarlo para empoderar a las personas. Me tomó 20 años llegar a ser consciente de que las composiciones significativas de formas y letras cambian el mundo. Entonces, después de graduarme de la facultad de derecho, me enseñé el diseño gráfico y los efectos visuales cinemáticos en lugar de tomar el examen para ejercer la abogacía. Devoré todos los libros y artículos que pude encontrar sobre la estrategia de marca y la psicología de la narración. Trabajé en varias startups, algunas de las cuales eran mías y diseñé productos de principio a fin. Pensar en el diseño era tan fácil como respirar, y saboreé un trabajo que combinaba intuición, creatividad, coordinación y habilidad técnica. Más importante aún, mis intereses eclécticos y las técnicas multidisciplinarias se volvieron no sólo relevantes, sino esenciales para mi carrera.

Mi mundo está dividido entre lirismo y pragmatismo. Sé la diferencia entre las tendencias y el ingenio y prefiero los conceptos intemporales. Mi especialidad consiste en sintetizar y reordenar información para crear experiencias de diseño que imiten las partes más significativas de la vida. Para hacer esto, me esfuerzo por comprender las emociones humanas más profundas y usar esa comprensión para ofrecer una externalización de la realidad interna de alguien. Utilizo la libertad de expresión y la tenacidad no como una licencia para ideas oscuras o terquedad, sino como evidencia de mis convicciones. Y mi estándar artístico interno para la excelencia guía mi espíritu más que cualquier influencia externa.

Para mí, el mejor diseño es una mezcla perfecta de economía y psicología, estética y tecnología. Es verdad, una esencia que trasciende el lugar, escapa al tiempo y archiva la conexión. Crear el mejor diseño requiere pasión, decoro, y un sentido intuitivo de cómo usar ambos. Y aunque sé que el diseño excelente debe resistir los rigores del mercado, creo que sin el diseño excelente, el mercado se convierte en una vitrina de vulgaridad visual.

El diseño me mueve a crear experiencias indelebles y alegres. Ya sea un producto, proceso, o entorno, estoy obsesionando con la calidad y el impacto emocional. No me suscribo a las diferencias forzadas entre los “tipos de diseño” porque todos los tipos activan las mismas vías neuronales y tiran de las mismas cuerdas del corazón. Como resultado, no tengo la intención de comerciar en amplitud de conocimiento para la profundidad de la pericia. Los mejores diseños son ricos porque encuentran una nueva unidad en variedad.

¡Estoy muy feliz de compartir mi trabajo y celebrar el trabajo de otros en Solburst! Mi objetivo es desfamiliarizar lo común, familiarizar a lo nuevo, rendir homenaje a las historias visuales que han moldeado mi vida y crear nuevas historias que darán forma a la tuya.

Hasta entonces,

Sam

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